Las telas, el diseño y el color dan a los sofás el toque necesario para crear un ambiente de calidez, confort y tranquilidad.

Los sofás son los muebles más importantes de cualquier estancia. No solamente por la funcionalidad que ofrecen al momento de un descanso, de alguna actividad familiar o simplemente para recibir a los invitados, sino porque es tal vez el elemento decorativo con más peso en un ambiente. Es por esta razón que es importante que estos puedan contar con un estilo personal donde resalta el buen gusto, las ideas originales y la personalidad. Uno de los problemas que muchas personas tienen cuando van a comprar un sofá es el color de la tela, el cual debe cumplir una serie de parámetros específicos, ya que muchas personas tienden a cambiar los estilos decorativos varias veces al año, por lo que es importante que un sofá pueda reunir las características básicas que se adaptan a estos cambios intermitentes, como por ejemplo el color de las paredes o la decoración circundante. Un aspecto que puede ayudar a escoger el tipo de tela ideal se relaciona con el tamaño del espacio donde estará el sofá. Esto, fusionado por supuesto con la calidad del mueble, permite que se tomen en cuenta ciertos aspectos. Por ejemplo, en el caso de los espacios pequeños, los especialistas en decoración recomiendan colores en la tapicería como los pasteles, los grises claros y los beige, ya que estos crean una sensación visual de amplitud de los ambientes y dan un toque de tranquilidad.  

Algunas telas para sofás o almohadones y cojines tienen un diseño estampado que aportan un elemento decorativo importante.

Los tonos mucho más oscuros son ideales para lugares de espacios grandes, ya que contribuyen a acentuar la atención en el mueble, por supuesto anudado a la decoración. Los tonos oscuros en combinaciones de tonos de paredes claras nivelan la cantidad de color y dan una sensacion de equilibrio. Las telas lisas son ideales para los sofás sencillos, ya que permiten que se combinen con los colores de las paredes. En el caso de las telas estampadas, estas resaltan en los lugares mucho más amplios, que unidos a los colores oscuros de un sofá dan un toque distinguido. Otro aspecto a tomar en cuenta es la iluminación. Es más que obvio que los muebles y por supuesto los objetos decorativos van a tener un resalte dependiendo de la cantidad de iluminación que haya en el lugar. Los colores del sofá pueden nivelar la cantidad de luz si estos llevan colores claros en los lugares donde la iluminación no sea tan fuerte. Pero en el caso de lugares muy amplios, donde la luz natural o la artificial es fuerte, los tonos oscuros en los sofás son una opción ideal, ya que permiten una línea suave y armónica, sobre todo en el tema de amplitud de los espacios para que estos no resulten incómodos a la vista. En el caso de los tapizados, las dos opciones más usadas son por supuesto los tejidos sintéticos y los naturales. En el caso de los sintéticos estos tienen muchísima más durabilidad para aquellos sofás de uso diario, son sencillos de lavar, y sirven inclusive para soportar el peso de las mascotas grandes. En el caso de las fibras naturales, estas sí necesitan un poco más de cuidado, pero otorgan mucho más frescor en los momentos del verano y ayudan con un ambiente cálido en los meses de invierno. Las tapicerías para los sofás con telas naturales, comprenden la lana, el algodón, la seda y el lino, y por supuesto la piel. Esta última ofrece una durabilidad bastante amplia, soportar temperaturas elevadas y son de fácil limpieza. Los tejidos sintéticos comprenden el nylon, la microfibra y el poliéster, que a su vez también son muy resistentes con el paso del tiempo, conservan sus colores y también son fáciles de lavar.    

Un sofá con tonos oscuros da a los ambientes amplios frescura y belleza visual.

La tela para los sofás deben tener dos conceptos muy importantes, uno es la calidad, ya que por ser un mueble de uso diario estas telas no solo deben ofrecer un grosor y una fabricación de alta factura, sino que también deben aportar un sentido estético que denote a su vez durabilidad. El otro factor es la resistencia, la cual debe medirse por la cantidad de tiempo que el sofá tendrá de uso. Si el mismo sólo será un objeto decorativo o si formará parte del salón principal de casa o alguna habitación. La resistencia garantiza que un sofá tenga una durabilidad de varios años, y por supuesto esto otorga un sentido importante a la tienda donde se adquirió, ya que denota profesionalismo y experiencia en la fabricación de muebles.