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Hoy en día todo el mundo tiene un sofá en su casa. El salón, la sala de estar o el recibidor son lugares perfectos para colocar este mueble. Los hay con tapicería de cuero para los más elegantes, de tela, para los que priorizan la comodidad y de otros muchos materiales. Lo fundamental es que sea cómodo y puedas disfrutar de una siesta ligera o del sueño más profundo. Después del camino a casa al concluir una dura jornada, te sentará muy bien poder relajarte entre sus mullidos almohadones.
Los orígenes del sofá se remontan a la antigüedad. Originalmente, era el trono de los mandatarios árabes y egipcios. En la sociedad romana, se encontraba en el comedor y era conocido como triclinium. Desde siglos atrás, se ha considerado un mueble elitista, solo accesible a nobles, burgueses y reyes. Es en la época de la industrialización cuando se convierte en un artículo imprescindible en las casas de clase media y baja.
Desde entonces ha derivado en multitud de diseños y tamaños. Además, ha sido objeto de imitación de muebles similares como el diván, la chaise longue, el canapé o la otomana. En cuanto a la funcionalidad, el sofá ha pasado de dos plazas a tres e incluso a transformarse en sofá cama. Los tresillos son una modalidad moderna que se compone de un sofá de dos o tres plazas y dos butacas. En los últimos tiempos, las nuevas tecnologías han hecho que nuestros sofás dispongan de dispositivos masajeadores o extensores para piernas y brazos y haya aumentado así su comodidad.
Actualmente, el sofá está ligado a la vida familiar y a la cultura de la televisión. Con el paso del tiempo, ha pasado de la esfera privada de los hogares a la esfera pública y social. Se ha convertido en el mueble estrella de series televisivas y en el mejor aliado para nuestras siestas.
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