La mesa de centro va más allá de la decoración. Trasciende la funcionalidad de cualquier mueble. Desde que se introdujo en el hogar occidental en el siglo XIX como una tendencia decorativa orientalista, no ha parado de ganar protagonismo en nuestros salones. Desde el esnobismo de las clases pudientes poco a poco fue permeando hasta llegar a todos nuestros hogares.

Una evolución lógica

Esto es así porque los modos de vivir se han ido transformando a lo largo del tiempo. No es menester hacer una lista exhaustiva de los hitos que han marcado el periplo de la mesa de centro. Pero sólo con reflexionar sobre los modos de vida veremos que la mesa de centro se ha ido adaptando a los cambios de los hogares.

Cuando las casas son solamente el lugar donde vamos a descansar tras la jornada laboral, entonces lo esencial es tener un techo y una cama. Partiendo de esa base, cuando la vida familiar continúa dentro de casa, se requieren muebles adaptados a nuevas necesidades para llevar a cabo una vida en común.

De ahí que sea necesario un lugar donde puedan sentarse todos a conversar. Este lugar es el comedor porque la vida familiar se ha ido estructurando allí donde se comparte la comida. Alrededor de la mesa la familia come, habla y comparte.

Tendencia hacia el confort

Llega ahora el momento en que todo no se reduce a comer o dormir. Se alarga la jornada y se requiere un lugar más adecuado donde reunirse a descansar rodeado de amigos, familia o invitados. Nace así el salón.

Bien puede ser una estancia aparte del comedor o dos espacios delimitados por otros elementos. Y ¿qué hacemos en el salón? Relajarnos. Tomarnos un descanso y compartir tiempo con los demás.

De ahí que el sofá y elementos como la televisión se ubiquen en este lugar. Y si el sofá es un asiento que no levanta más de 45 centímetro, no tiene sentido poner delante una mesa alta.

Si quieres ofrecer café a una visita y hablar distendidamente, lo propio es que la mesa auxiliar que utilices esté adaptada a esta necesidad concreta.

Así nace en breve la mesa de centro. El hecho de que la televisión se haya convertido en la nueva hoguera del hogar alrededor de la cual nos reunimos al acabar el día es solamente circunstancial. La mesa de centro había llegado antes con la finalidad de hacer más cómodo el salón.

La mesa de centro en el hogar de una familia

Los adultos hacemos un uso de la mesa de centro diferente del de los niños. Los niños hacen uso y abuso de este mueble. Pero ellos convierten cualquier lugar en un espacio lúdico y pasan de una actividad a otra con bastante naturalidad.

Así como nosotros necesitamos compartimentar nuestras actividades, ellos, de una manera más fluida pueden hacer cualquier cosa en el salón. Sobre la mesa de centro los niños despliegan lo necesario para sus actividades. Pueden estar leyendo un cuento mientras copian una ilustración sobre un folio y de vez en cuando echan rápidas miradas al televisor donde emiten un programa infantil. Huelga decir que las más de las veces están, a la vez, disfrutando de la merienda. Una vez llega la hora de hacer los deberes, pueden perfectamente sacar su cuaderno y hacer los deberes sobre la misma mesa de centro.

El adulto no realizará todas estas actividades en la mesa de centro del salón. Trabajar con el laptop y un cuaderno requiere una posición del cuerpo que no debe ser en ningún caso arrodillado en el suelo frente a la mesa de centro. Seguramente merendar es algo que hacemos en la cocina. Leer se puede hacer sentado en el sofá sin necesidad de abrir totalmente el libro sobre una superficie.

Entonces ¿con qué motivo utilizamos los adultos la mesa de centro? Lo hemos apuntado más arriba pero más o menos la lista sería como sigue: socializar y relajarse.

Si viene una visita, tras compartir una comida, lo que sigue es una sobremesa alrededor de la mesa de centro

Si hemos acabado la jornada laboral y los niños están acostados, lo que sigue son unos momentos de descanso en el sofá y quizá una cena de bandeja en la mesa de centro y peli en el televisor.

En estos apuntes sociológicos de estar por casa nos reconocemos la mayoría.

¿Qué le pedimos a una mesa de centro?

Si tiene que aguantar toda la actividad de los niños y luego la de los adultos en una sola jornada, buscaremos algo funcional. Lo que pasa es que una mesa de centro no es, ni debe ser, una mesa auxiliar más. Aquí se trata de un elemento que se ubica en el centro. Esto quiere decir que, de manera inconsciente, nuestra mirada y la de cualquier persona que nos acompañe en el salón, se posará sobre este mueble tan característico.

Por mucho que no vaya el estilo rústico, no pondríamos una bala de paja en el lugar de la mesa de centro. Queremos decir que la estética cuenta. Preocuparnos de la estética en el hogar emite dos mensajes. Uno es la armonía. Solemos combinar los elementos de una estancia de forma que concuerden entre sí sin notas discordantes.

El siguiente mensaje que emite la estética de un mueble es un rasgo de nuestra personalidad que queremos poner de relieve. Sencillez, sofisticación, honestidad y un largo etcétera.

Conclusión

Por tanto, aparte de la propia funcionalidad que le pedimos a un mueble y teniendo en cuenta que ha de poder combinarse con el resto de mobiliario de la estancia, debemos decantarnos por comprar la mesa de centro de calidad y acorde con nuestros gustos.

A cada familia le hace falta una mesa de centro distinta y cada casa tiene su idiosincrasia.

En amino a casa nos hemos esforzado por ofrecerte una selección de mesas de centro que no te dejarán indiferente. ¿Por qué no te acercas y eliges la que mejor cumple tus exigencias?